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HOMILÍA DEL DOMINGO 21º DEL TIEMPO ORDINARIO (27 agosto 2017)


  1. En el mundo en que vivimos corremos el riesgo de perder nuestra identidad como cristianos. Vivimos como los demás, hacemos lo que hace todo el mundo, pero se nos nota poco que somos discípulos de Cristo, continuamente haciendo rebajas y justificándonos en nuestra actuación (“mucho te quiero perrito, pero pan poquito”).

  2. Hay algunas preguntas importantes en el evangelio sobre lo que piensa la gente sobre Jesús y lo que los apóstoles opinan personalmente. Yo quisiera hacer otra pregunta: ¿de nuestra actuación la gente deduce que somos cristianos? No se trata de debilidad ni de cansancio, se trata de ser y actuar.

  • Se identifica con los profetas, perseguidos y despreciados por su fidelidad a la voluntad de Dios.

  • Pedro no sólo opina, sino que hace una confesión de fe en Jesús como Mesías y como Hijo de Dios.

  • Hoy estamos cansados de maestros (sólo palabras), necesitamos testigos de Cristo, auténticos discípulos suyos.

  • Que lo conozcan, amen, vivan y den a conocer a Cristo, pues nos sentimos poseídos por él.

  • Que pasen haciendo el bien, no sólo en actividades puntuales, sino en toda la vida: pensamientos, palabras y obras.

  • Inundar nuestra familia y pueblo de la santidad inspirada en Jesús, no en nosotros mismos.

  1. Confesamos a Jesús en esta Eucaristía, no sólo con nuestras palabras, sino con nuestra vida.


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