HOMILÍA DEL DOMINGO 15º DEL TIEMPO ORDINARIO (16 julio 2017)
No soñamos, pues nuestro corazón está lleno de cosas, dinero, tierras… estamos sólo preocupados y agobiados por esto.
Dios sí sueña en su Reino, que es el mundo reconciliado y unido.
Lo tenemos plantado en el corazón, como semilla que debe dar fruto.
Vivimos en otro mundo, no nos importa lo que Dios sueñe o quiera para nosotros.
Nos faltan valores e inquietudes para animarnos a luchar.
El consumo/dinero ahogan los sueños, pues sólo buscamos el beneficio, la usura, la especulación.
El sueño de Dios puede realizarse en nosotros por la fuerza interior de la Palabra:
Acogida: abrir el corazón.
Responsabilidad: no romper la confianza de Dios.