HOMILÍA DEL DOMINGO 2º DE CUARESMA (12 marzo 2017)
El camino de la fe supone no pararse ni estancarse, vivir a la intemperie, sin seguridades. Es un peregrinar realizado como Abrahán, que
Sale de la tierra, los bienes que nos dan bienestar y seguridad.
Sale de la patria, los marcos culturales y religiosos que nos someten a la rutina.
Sale de la casa de su padre, las redes afectivas de nuestro pequeño mundo.
Así, hemos de ser Iglesia en salida, salir de nuestras comodidades para llegar a las periferias existenciales de los que se encuentran en el monte Calvario, compartiendo su vida de entrega y su misión.
Sin quedar estancados en los oasis de nuestro letargo, huyendo del compromiso y de la lucha.
Queremos, como Pedro, una felicidad sin dolor, estando a gusto, sin problemas.
En este camino hemos de escuchar a Jesús, dejarnos iluminar por la luz de Cristo, lo que implica obedecer, llevar a cabo lo escuchado, perseverar aunque sea difícil, dejándonos pillar por Dios.
Nos preguntamos:
Y a ti, ¿qué te falta para ser feliz?
¿Qué necesitas tú cambiar en tu vida para ser de veras feliz?
¿Cómo afrontas tú esos momentos en que la felicidad se tuerce: momentos de fracaso, de heridas, de conflicto?
¿Qué precio estás dispuesto a pagar para ser feliz?